El pesebre de Navidad se remonta al Siglo XIII por iniciativa de San Francisco de Asís, Se dice que mientras predicaba por la campiña de Rieti, le sorprendió el crudo invierno. Se refugió en la ermita de Greccio. Mientras oraba en la soledad del bosque tuvo la inspiración de reproducir en vivo el misterio del nacimiento de Jesús en Belén. Era el año de 1223.
Estamos todos invitados a construir el pesebre con este signo de humildad y sencillez que debe caracterizar nuestro corazón y todas nuestras relaciones personales, el pesebre debe ser signo de unidad y de caridad, para con cada uno de nuestros hermanos, debemos construirlo como señal de generosidad, así como lo menciona el Papa Benedicto XVI:
“Su pobreza enriquece a quien la abraza y la Navidad trae gozo y paz a aquellos que, como los pastores en Belén, acogen las palabras del ángel: ‘y esto os servirá de señal: encontraréis un niño envuelto en pañales y acostado en un pesebre’. Este signo permanece también para nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI. No hay otra navidad”.
Con la invitación de la unidad y de la paz, es necesario, que hagamos un espacio en nuestra vida y en la sociedad a Dios, que nos ofrece su amor omnipotente a través de la frágil figura de un niño, porque quiere que a su amor respondamos libremente con nuestro amor".
Tomado de: aciprensa y de preb.com
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