martes, 9 de octubre de 2012

LA FAMILIA LLENA DE FE


 LA FAMILIA LLENA DE FE

 “Es el don del Espíritu Santo el que capacita para la misión y fortalece nuestro, testimonio haciéndolo franco y valeroso” Benedicto XVI
La fe es el don que Dios nos da a cada persona para unirnos con Él, Nuestro Padre,  relacionado con el amor puro y fraterno que nos ayuda a vincularnos entre todos los seres humanos, es así como las familias  llenas de fe fortalecen su mirada al mundo. Los integrantes de una familia deben aprender el verdadero concepto de amar al prójimo y a sí mismos, y los padres tienen la misión de formar a sus hijos tanto en el ámbito personal y social pero sobre todo en lo espiritual; fortaleciendo esta área, para ser dignos de llamarnos humanos.

 
 
Cada familia cristiana es una “comunidad de vida y de amor” que recibe la misión “de custodiar, revelar y comunicar el amor, como reflejo vivo y participación real del amor de Dios por la humanidad y del amor de Cristo Señor por la Iglesia su esposa” (Juan Pablo II, “Familiaris Consortio” n. 17).  Todos somos hijos de Dios y necesitamos un impulso para seguir en el mundo, demostrando la fe por medio de las acciones correctas y entregadas a Dios. Las diferentes actividades que se realizan dentro y fuera del hogar deben fundamentarse en la enseñanza de nuestros padres. La manera más directa de practicar la fe es a través de la oración constante, no olvidemos que todo lo que hagamos lo debemos a Dios desde la vida, el movimiento de nuestro cuerpo y cada suceso de nuestro existir.  La experiencia de amor se fundamenta en la vida de Cristo, en la vida de la Iglesia, en la fe y la esperanza que nos sostienen como católicos, llenando nuestro corazones del amor que Cristo tuvo por nosotros; viviendo cada segundo como lo vivió Él, con la entrega total y desinteresada, reflexionado que Jesús si esperaba algo de nosotros la reciprocidad de amor y de fe. Cultivar la fe es el principal objetivo de los padres con respecto a sus hijos y a su relación conyugal, los hijos conforme van creciendo ingresan al protagonismo de ser fieles a la creencia en un Ser Supremo que es Nuestro Padre Celestial.
 

 
“En la actualidad la familia sufre situaciones adversas provocadas por el secularismo y el relativismo ético, por los diversos flujos migratorios internos y externos, por la pobreza, por la inestabilidad social y por legislaciones civiles contrarias al matrimonio” (Benedicto XVI, Discurso Inaugural Aparecida, 5). No permitamos que nuestras familias se alejen de Dios, porque sin Él, la destrucción llegará muy pronto a los hogares,  pues sin  la fe cristiana y la práctica constante de valores la sociedad se irá desintegrando día a día; todos nacemos con el don de amar y de ser amados, así que lo más valioso es abrir nuestro corazón para que la luz de Dios y de Cristo su hijo, ingrese a nuestros cuerpos y logre la reivindicación de los seres humanos.
De: Rubí Carrera.

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